CRISTO DE LA PÚRPURA
RECUPERACIÓN DE UNA ADVOCACIÓN OLVIDADA
Bajo el título de Cristo de la Púrpura. Recuperación de una advocación perdida, se presentó en la Sala Capitular Baja y Salón Apeadero del Excmo. Ayuntamiento de Sevilla, del Del 3 al 7 de diciembre de 2016, la nueva escultura realizada por José Antonio Navarro Arteaga para la Hermandad de la Sagrada Columna y Azotes (Las Cigarreras).
La muestra se dividió en dos zonas en la Casa Consistorial de Sevilla. En el Apeadero, mediante paneles explicativos, se ofrecía los antecedentes históricos de la advocación en la hermandad y las fuentes que dieron lugar a la iconografía de Cristo recogiendo sus vestiduras tras la flagelación.
El último de los paneles de esta zona servía de transición a la Sala Capitular Baja, donde se expone exclusivamente en su centro la nueva imagen para favorecer la contemplación de la misma y de sus valores plásticos y devocionales.
La imagen perdida. El Cristo de la Púrpura (c. 1650-1904)
Hay constancia documental de la existencia en la hermandad, en torno a 1650, de esta imagen, que representaba el momento posterior a la flagelación, en el que el Redentor agachándose recogía sus sagradas vestiduras.
En 1664 se encargaron los trabajos de construcción de su segundo paso al escultor Pedro de Borja y al ensamblador Pedro Camacho. Pedro de Borja no pudo terminar el trabajo y en 1666 Pedro Roldán se obligó a concluirlo haciendo ocho ángeles, en dos juegos de cuatro en sendos tamaños y cuatro cabezas de querubines para las cuatro tarjas principales del paso y otras cuatro tarjas con historias. En 1772-1773 se encargó un nuevo dorado, parihuelas, estofado y encarnación del Cristo, composición de la Sagrada Columna, el estofado y encarnado de doce ángeles del mismo y el bordado de una vara de la túnica.
El paso hacía su estación de manera habitual en los años que la cofradía salía el Jueves Santo durante el siglo XVIII, cerrando este ciclo en 1807 y ya no la volvió a efectuar hasta 1874, siendo la última ocasión en procesionar. Tras un período de cierta decadencia de su devoción en el último cuarto del siglo XIX, en 1900 se autoriza por el Arzobispado, a petición de la hermandad, la cesión del Cristo a otra corporación para darle culto. La entrega de la misma no se hizo directamente a ninguna corporación, sino al escultor Emilio Pizarro y Cruz, desconociéndose el destino final del antiguo Cristo de la Púrpura.
La imagen recuperada. El Cristo de la Púrpura (Navarro Arteaga, 2016)
La imagen del Cristo de la Púrpura que nos presenta en esta exposición José Antonio Navarro Arteaga, considerado actualmente como uno de los mayores exponentes de la imaginería española, está realizado en madera de cedro policromada, respondiendo al modelo iconográfico de Jesús recogiendo las vestiduras tras las flagelación, arrodillado sólo de una de sus piernas, la derecha, mientras el pie izquierdo se apoya firmemente junto a la columna, a la que se abraza, como simbólicamente lo hace en otras representaciones a la Cruz, en clara alusión a la aceptación de su sacrificio redentor. Con su mano derecha recoge la túnica púrpura, históricamente asociada a la realeza y al alto clero. Un cordón de hilo de plata rodea el cuello, dirigiéndose a la columna y a la mano que en ella se apoya. Su desnudez es cubierta por un amplio sudario, estofado, permitiendo verse la cadera derecha del Señor.
En el nuevo Cristo de la Púrpura conviven los mejores esquemas del Barroco y una gran maestría en la labor escultórica, referente en la imaginería del siglo XXI; en palabras del artista, su mejor obra.